A más de cuatro décadas de la Guerra de Malvinas, una revelación sacude la historia del espionaje en el Atlántico Sur. Ruth Morton, una ciudadana uruguaya que hoy tiene 97 años, confesó haber trabajado para la inteligencia británica en 1982, operando desde la ciudad bonaerense de Mar del Plata.
Argentina23/12/2025
PUE!
Una misión de infiltración y vigilancia
Con 53 años en aquel entonces, Morton fue enviada a Argentina con un objetivo estratégico: monitorear la salida de los submarinos ARA Santa Fe, ARA San Luis y ARA Santiago del Estero. Su centro de operaciones era un edificio parcialmente destruido con vista directa a la base naval.
"Había un espacio para arrastrarse debajo que me daba una vista perfecta a solo unos cientos de metros", relató Morton. Las condiciones eran extremas; pasaba horas cuerpo a tierra sobre la arena y la suciedad, lo que le provocó ampollas y heridas en codos y rodillas.
Comunicaciones en clave y supervivencia
La logística de la misión incluía maniobras de distracción y una cadena de contactos compleja:
Uno de los momentos más dramáticos de su confesión fue el episodio que puso fin a su misión. Morton compartía su escondite con un carpincho silvestre. Una noche, un disparo proveniente de un buque impactó en el refugio, matando al animal. "Me salvó la vida porque podría haber sido yo", afirmó. Tras este ataque, la inteligencia británica le ordenó abandonar el puesto inmediatamente.
Una pasajera grabó al conductor de la línea 68 mientras manipulaba el teléfono celular al volante en el barrio porteño de Once. El video se viralizó en redes sociales y generó indignación por el riesgo al que expuso a los pasajeros.
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